
Autor: Germán Gaviria Álvarez
País: Colombia
Año: 2024
Palabras: 146 (sin el título)
Idioma: Español
Género: Micro ficción
Subgénero: metaficción | micro ficción | cuento breve
Temas: El Bosco | la locura | la imaginación | el universo
Idea e imagen generadoras de este cuento: Durante mi último año de bachillerato, el profesor de arte nos mandó visitar una exposición que había en la Luis Ángel Arango y escribir un texto sobre la misma. En realidad, no teníamos herramientas académicas para emprender algo así, pues ninguna historia del arte habíamos visto durante el bachillerato. El profesor era un pintor fracasado que cuando no hablaba en contra el sistema no salía de los pintores europeos. Lo cierto es que en dicha muestra había una reproducción de la obra de El Bosco, autor que yo no conocía. Desde entonces he tenido presente su cuadro famoso, y cada tanto vuelve la escena a mi memoria, quizá sea por su enorme valor surreal. En 2016 escribí tres imágenes en papeles distintos: yo, a la orilla del camino viendo cómo se disuelve en el agua la piedra de la locura de El Bosco; una noche estrellada que se refleja en el Orinoco ‒experiencia que viví en 2004‒ en el que el río y la Vía Láctea se confunden; la piedra filosofal ya convertida en oro alquímico fusionada con uno de esos anónimos alquimistas del siglo xv que, curiosamente, sería El Bosco. Durante la quema de manuscritos en abril de este año, encontré los papelitos en donde estaban esas tres imágenes por separado y estuve a punto de destruirlos. Lo pensé mejor, escribí estas líneas, luego quemé los papelitos.
Palabras clave: El Bosco | imaginación | locura
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El Bosco
Piedra de la locurra
Inmóvil en un pradito de la Tierra; inmóvil en el eje de la Tierra; inmóvil en la órbita de la Tierra en torno al sol; inmóvil en el brazo externo de la galaxia en torno al agujero negro; inmóvil en el espacio-tiempo detenido. De pie sobre la piedra de la locura, a la orilla del camino, en donde soy el centro del universo, y observo mi reflejo áureo en una charca impoluta.
Según El Bosco, la piedra de la locura está alojada debajo de los huesos frontal y parietales. El cirujano y su ayudante, tras sacarla con un cuchillo de aquel personaje ‒que ni siquiera está amarrado ni se queja‒, la pusieron entre el cascajo del camino, la molieron a martillazos y arrojaron el polvo y los pedazos a la charca en la que el aura enloquecida observa mi figura humana que viaja por la galaxia.