
Autor: Germán Gaviria Álvarez
País: Colombia
Año: 2024
Palabras: 280 (sin el título)
Idioma: Español
Género: Micro ficción
Subgénero: metaficción | micro ficción | cuento breve
Temas: imaginación | violencia
Idea e imagen generadoras de este cuento: Como suelo leer de noche en la cama y siempre tengo una libreta para tomar notas y un lápiz bien afilado, una noche imaginé cuál sería el extremo al que llevaría la pasión erótica, que, además de sublimación y búsqueda de una totalidad pasional, también se expresa en celos/egoísmo, machismo y deseos de destrucción. En ese momento tenía el lápiz casi nuevo en la mano y mientras escribía la primera línea, sobrevino la imagen de ese lápiz clavado en el pecho de una mujer desnuda. Escribí la primera versión de esta historia en 2006, luego hice otras versiones que no me satisficieron, en cuanto a tono, ritmo, atmósfera y punto de vista, pues la pequeña historia en sí, era inmodificable, y se trataba solamente de una cuestión de estilo. En repetidas ocasiones he re-escrito esta historia, a sabiendas de que no serían más que unas pocas líneas y de que no iba a cambiar el inicio, la esencia ni el final.
Pero ¿de dónde salió el tronco ese texto aquella noche mientras seguía iba con Gheerbrant que trasegaba por la calurosa selva del Orinoco a mediados del siglo pasado?
Palabras clave: violencia | imaginación
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En esa época estaba inmerso en A. Carpentier y A. Gheerbrant, como dije, pero poco tienen qué ver.
Colmar el deseo
Estábamos en eso de conversar y tocarnos suavemente, y le pregunté no sé por qué por su fantasía y apenas contestó supe que nunca, en sano juicio, lo podría complacer. Me sorprendí por lo bizarro y espantoso de su respuesta, pues llevábamos varios años casados. A su vez, él me preguntó por mi fantasía. Tuve que reflexionar. Cuando se lo dije, no le pareció gran cosa, pero reconoció que tampoco me podría satisfacer. Nos quedamos callados y dejamos de acariciarnos. Como por hacer algo empezamos a sobar nuestros pies; luego con más gusto, y me arrebató el deseo de hacer el amor de nuevo. Nos besamos, pero no me ofrecía su boca del mismo modo, apartaba levemente sus piernas mientras sonreía. Desilusionada, me tendí a mirar el techo y a oír música. Si antes estuve hechizada por mi pasión, de pronto ya no sentí gusto. Preguntó si estaba cansada por el trabajo, si tendría que levantarme temprano, si el fin de semana iríamos a donde mis padres. A todo contesté que sí, pero no dejaba de imaginarlo en su fantasía, y en la situación demasiado brutal a la que me vería abocada si yo colmara su deseo. Pensé en su vida, la de un hombre honrado y de sentimientos nobles. En un arranque, le dije que lo amaba y lo hiciéramos, pero se puso serio. Contestó que ni lo soñara, pidió que le pasara un cigarrillo y entornó los párpados. Fue cuando tomé el lápiz y se lo enterré en el corazón con toda la fuerza que fui capaz. No lo premedité, no soy una asesina, pero me dejé dominar por mi fantasía; la suya, mejor no la colmase nunca.