
Autor: Germán Gaviria Álvarez
País: Colombia
Año: 2024
Palabras: 220 (sin el título)
Idioma: Español
Género: Micro ficción
Subgénero: metaficción | micro ficción | cuento breve
Temas: El humano | Dios | vida | muerte | la libertad | la prisión
Idea generadora de este cuento: Una pluma escapada del edredón de plumas. La idea de eterno retorno del amor que nunca cesa. La idea de un tiempo encapsulado desde tiempos pretéritos. Estas ideas e imágenes de tiempos cíclicos las tomé, cuando aún era estudiante universitario, de Sir G. Frazer, La rama dorada, y claro está de M. Eliade, El mito del eterno retorno, que fueron semillas para leer muchos más libros por el estilo. Sin duda, “Viaje a la semilla”, de Alejo Carpentier incluido en Guerra del tiempo, siempre ha sido un ejemplo de juego narrativo con el espacio y el tiempo en movimiento no siempre en paralelo.
Palabras clave: amor | imaginar | eternidad | eterno retorno
Autores relacionados con mi literatura
G. Frazer
M. Eliade
A. Carpentier
Desde el principio del mundo y hasta el fin de los tiempos
Juanita
El sol entra por los resquicios de la cortina echada por completo y con los bordes apisonados para oscurecer aún más la habitación. Es media mañana. Él, boca abajo, semi dormido, con las cobijas apenas hasta la cadera y desnudo. Ella, de medio lado, con la cabeza sobre el brazo derecho, desnuda también, con las rodillas semi dobladas, muy cerca de él. En la tarde, con la mano izquierda pesca una pluma de la almohada y con ella, recorre la espalda de él lenta, pensativamente. Ahora él está despierto, pero finge dormir mientras recuerda cuánto se han amado desde el principio de los tiempos, tan lejos que abarca sus vidas y la vida entera de otras personas. Su expresión es plácida y sabe que ella lo mira. Él abre un ojo e imagina el rostro de ella. Es hermosísimo y reprime el deseo de besarla, pero la besa. Él sabe que, de moverse un poco, ella dejaría de acariciarle la espalda. No alcanza a cerrar el ojo al caer la tarde cuando siente que ella ha estirado el brazo y con leve movimiento de muñeca, la pluma deriva en el umbral de la cama como un suspiro. Ahora él la imagina a ella boca arriba y él es la pluma que la acaricia igual que los nuevos rayos del sol.