Memoria 100

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17.02.2025 Desidia. Hoy es uno de esos días en que estoy lleno de desidia. Todo, absolutamente todo, excepto mi mujer y mi hijo, me importa un carajo. Quizá a causa de ello me siento tan cerca de ella, que no alcanza a adivinar el estado interior tan espantoso que arrastro. Haber amanecido con dolores musculares y de articulares que intenté solucionar infructuosamente con un par de diclofenacos es una causa. Cuando me levanté me sentí como un estúpido muñeco de movimientos torpes. Confié en que, después del desayuno, la cosa mejoraría, y fue así, al punto que a está hora, cuando faltan 5 para las 4 p., me siento bastante mejor. A lo largo de la mañana no hice sino lamentar no poder ir a la piscina: los lunes está cerrada. Pero, contrario a querer abandonar mi puesto de trabajo o de actuar de manera negligente, me obligué a trabajar y a hacerlo de la mejor manera, poniendo todos mis sentidos. Pero tampoco estaba dando todo de mí. Estaba bajito de energía y sólo me entusiasmaba leer Dientes de león, de Kawabata. Ah, eso sí. Creo que mejor me voy a poner a leer. La tarde se puso gris y los vientos acumularon sobre el valle de Aburrá una buena cantidad de nubes como a punto de tormenta. Por lo demás, no tengo ganas de hacer nada más.

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