
Memoria 09
02.10.2019 Preparar una clase. Creí que me tomaría más tiempo preparar mi clase en maestría. Para empezar, vamos a releer El banquete,Poética, suponiendo que ya los han leído. De ser así, será más fácil profundizar en las temáticas, espero que protesten o al menos comenten que ya los leyeron. Y es que, a Platón o Aristóteles, ¿se les puede despachar con ‘una leidita’, como hacen en la universidad? Claro que no. La cuestión aquí es la relectura. Qué significa releer. ¿Cuántas veces en mi vida he leído, releído un libro? Sin duda, he releído menos libros de los que quisiera, y cuando lo he hecho, ha sido tres veces o cuatro, con una excepción, claro está, de mi autor favorito, Kafka, ya perdí la cuenta. Preparando clase me di cuenta de que bastaba un esquema sencillo antes que llenar páginas como hace años, cuando escribía lo que debía decir en una clase de 3 horas de pregrado. Hoy también serán 3 horas, si no hay cambios en el horario. O en todo caso la clase será el viernes, como está programado. He repasado mentalmente los temas relacionados con el esquema sencillo de 1 página en mi vieja libretita, y me parece más que suficiente. ¿Algo se me escapa? Seguramente. Desarrollé la manía de tener en mente más de lo que corresponde a una clase. Me es indispensable tener mucho más conocimiento sobre un tema, me gusta dar más, salirme de lo que estoy diciendo para hacer alguna digresión, para glosar sobre algo. Al principio, cuando empecé a dictar clases hace cinco años, lo hacía con frecuencia, casi hasta la exasperación de los estudiantes. Se habrán preguntado, ¿y este señor de qué habla? ¿Cómo se relaciona…? No niego que trataba temas interesantes que tenían que ver con la escritura, con alguna experiencia o con algo que alguien había preguntado. Yo me dejaba ir. En este semestre no he querido hacerlo. He preferido ceñirme (más o menos, ya no preparo clase, en sentido estricto, solo hago todas las lecturas y las relecturas como se debe) a cierto orden de mi programa. Jamás he usado el programa de la universidad al pie de la letra. Odio el conocimiento programático. Si no enseñara a mi manera, me moriría de vergüenza de seguir uno de esos bobos programas. Son una estafa. Sigo mi propio programa, no el sílabo que presento al principio del semestre a la Coordinación académica. Sílabo y programa que deben estar dentro de parámetros preestablecidos. Preparar clase se ha convertido en releer o en leer libros o textos nuevos, y tomar nota. Profundizo no sólo en el libro, sino en el contexto y en el autor, etcétera. Lo cual también quiere decir, que he modificado, en estos cinco años, mi manera de leer.