Memoria 08
30.09.2019 Perder el tiempo. Perder, dejar algo, no obtenerlo. Siguiendo la sugerencia de Wittgenstein, de que los problemas de la filosofía ‒por extensión al saber humano en general‒, están en virtud del significado de las palabras, he buscado la etimología. Nada obtengo cada vez que no trabajo, cada vez que no soy productivo. Como no dedicar el tiempo suficiente a preparar una clase. No leer los libros o ensayos que debería para estar al día. No leer los trabajos o no calificar las evaluaciones a los estudiantes. Si el apartamento no está limpio y organizado. Si mi escritorio es un desastre. Si no he sido más acucioso con mi mujer. Si he cometido alguna falta y no la he reparado. Si tengo la sensación de haber perdido el tiempo, no obtengo satisfacción, me lleno de desazón, siento que la vida se me va. No soy lo que debería ni tengo lo que, asimismo, debería tener. Pero esa pérdida es abrumadora cuando no escribo. A veces, cuando escribo y no obtengo nada a cambio, salvo mi propia satisfacción, siento que pierdo el tiempo. La sensación de pérdida es mayor cuando reconozco la edad a la que he llegado. No escribo la cifra en números arábigos porque me da vértigo. Me digo entonces que la edad no importa, hay autores que se hicieron famosos después de los cincuenta (un puñadito), llegará mi turno cuando la editorial haga una biblioteca con las novelas que tengo escritas, casi una docena, más 3 ya publicadas. ¿No es el consuelo de un tonto que ha fracasado en la vida pensar que, en unos tres o cinco años será reconocido porque escribió algunas novelas que, pongamos por caso, sí tuvieron la resonancia que esperaba? Sí. Es posible que en todos estos años sólo haya perdido el tiempo. El tiempo empleado en escribir novelas una y otra, y otra y otra vez (todas, mínimo 10 veces), haya sido un bobo empeño en tratar de alcanzar lo imposible. Quizá mi vida se reduzca a eso, a que he perdido miserablemente el tiempo tratando de esconder mi mediocridad comercial dándome un aura de ‘escritor’ que no poseo, porque no tengo el talento, y se necesita talento para ser escritor reconocido. Pero ¿en dónde está el 90% del que hablan los grandes? He dado el 99%, estoy al 100 seguro de eso. El malestar viene de allí, de la horrible sensación de haber perdido el tiempo a pesar de darlo todo. También, para sacar fuerzas y seguir adelante, muchas veces me he dicho que no he perdido el tiempo, que ha valido la pena. Pienso en mi mujer. Veo que me ama de una manera profunda, desinteresada, pura y generosa. Me siento pésimo, no le doy, materialmente, todo lo que ella merece. Todo por mi culpa de haber perdido el tiempo. Claramente, puedo argumentar que hacer arte no es ninguna pérdida de tiempo. Hago arte y el arte es desinteresado, no de otra manera se puede producir, no tiene un fin monetario. Pero no soy un artista. No lo soy. Claramente, veo esto en función del dinero. ¿Y cómo más verlo? Puedo echarle la culpa de mi fracaso al sistema, al modelo capitalista, a la medianía imperturbable de la cultura colombiana, pero no aclaro mucho.