Broncíneo Naranjo

Sección: Sin ataúd

 

Broncíneo Naranjo

Nació en 1995

Cuento

 

Arquero de cenizas

 

Broncíneo Naranjo

 

Un arquero solitario vaga por una región en la que la vegetación es dorada y quebradiza. Hace años esa región fue verde y sedosa, ahora el viento la reduce a polvo. A lo lejos ve charcas o seres de movimiento extraño, ilusiones. De vez en cuando encuentra aldeas abandonadas, y riveras agrietadas y llenas de huesos. 

Recorre las casas, una a una. Los animales se han apoderado del poblado, en su mayoría pájaros o insectos, aunque en una de las casas encuentra unos jabatos. No hay rastro de la jabalina, supone que salió a buscar alimento. El arquero sube al techo de una casa desde la que vigila la llegada de la madre. 

En el momento que la jabalina se acerca a la casa, las sombras se han alargado. El arquero tensa y cuando está completamente seguro de que no va a errar, dispara. La flecha entra por el pescuezo. El animal resopla, de su hocico gotea sangre. Salta del techo y con un cuchillo la degüella; después la espeta.

En el centro de la aldea enciende una fogata con las flechas, arco y carcaj, y con las puertas de las casas. Sobre el fuego pone a asar la carne; le da vueltas cada cierto tiempo para que gotee la grasa; la recolecta en un cuenco y la espesa con azufre. 

El arquero se baña con la mezcla, patea las llamas y se inflama. Corre con miedo de apagarse, tan rápido como sus flechas en el aire. Se estrella contra las casas, corre entre la hierba seca y cada paso deja una huella de fuego que se expande y traga el polvo dorado.

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