Memoria 103

Memoria 103

 

 

27.09.2024 No volví a escribir esta memoria por asuntos relacionados con la enfermedad y muerte de la madre de mi mujer el 10 de abril de 2023, que fue doloroso y traumático, pues era el pilar de la familia. También, en algún momento de finales de abril o comienzos de mayo de 2023, mi mujer supo que sería abuela y empezó a preparar un viaje a España y a Londres para visitar a sus dos hijos, y yo por mi parte venía preparando un viaje a Nueva Zelanda para visitar a Juan, a su esposa y familia; a Juan no lo veía desde el 15 de marzo de 2020 cuando se fue a ese país, a dos días de declararse la pandemia en Colombia y en otros países. También rondaba el asunto de que mi mujer ya estaba en lo de su jubilación y organizaba el papeleo, largo, complejo y tedioso, al punto que tuvo que contratar a una firma de actuantes para que se hiciera cargo. 

Con Sergio y Santiago llevábamos trabajando en la página Web 10 meses de manera ininterrumpida, y finalmente lanzamos la página en agosto de 2023. Pero eso había consumido casi la totalidad de mis fuerzas y no estaba en condiciones de escribir ninguna memoria, aunque lo deseaba. El trabajo en la página era muy demandante, y poco se veía. Además, mi viaje a NZ estaba programado del 25 de octubre al 18 de noviembre y tenía, sí o sí, que dejar las carpetas armadas con los archivos que cada 8 días publicamos, más la escritura y corrección, búsqueda de imágenes y ajustes a la página misma, lo que implicaba dejar el trabajo adelantado de por al menos 1 ½ meses; pensé cargar con el laptop para trabajar en NZ, cosa que finalmente no hice. Dos semanas antes del viaje a NZ, entendí que no iba a trabajar nada. No sólo porque anhelaba estar con Juan, que ya tenía viajes programados él y yo solos por NZ y quería estar con él todo tiempo posible. Mi mujer finalmente fue a Londres a visitar a Julián y a Camila, su compañera, y luego fue a España a visitar a Alejandro y a Laima, su esposa embarazada, y estando allá, a los pocos días de llegar a Madrid, nació su nieto, Matías, que vino a paliar el vacío por el fallecimiento de Inés, la madre de mi mujer. Ese final de año fue triste y vertiginoso. Las vacaciones de final de año la pasamos en un Airbnb en Honda, Julián vino de Londres y estuvos los días de navidad con nosotros.

En 2024 no reanudé la página el segundo viernes de enero sino el cuarto, para que coincidiera con el calendario académico de inicio de clases en universidades y colegios. Había regresado de NZ con energías renovadas, y por ello mismo con la nube negra del deseo de cerrar la página Web que demandaba mucho tiempo, mucho trabajo en edición, literario e investigativo, muchos gastos, pocos reconocimientos y ninguna entrada de dinero, además de problemas. Durante mi viaje, la Web había tenido un fallo y fue necesario reiniciar la página, lo que implicaba perder todas métricas. Eso me había desanimado, pues era como empezar de cero después de un año de trabajo al debe. No, no me sentía con fuerzas suficientes para escribir ninguna memoria. Además, todos los planes que tenía mi mujer para su pensión, recoger el apartamento grande y lleno de muebles y objetos de su madre acompañada inicialmente por sus 4 hermanos, luego por 3, pues Camilo se hizo furiosa y convenientemente a un lado; más lo de la división de la finca que fuera de Inés, comenzaron a tambalear. En ese vaivén mi mujer no encontraba paz, lo que llegó al colmo unos días antes de nuestro viaje a Madrid a mediados de mayo, en donde permaneceríamos 3 semanas incluido un viaje a Valencia y alrededores. 

Una semana antes del viaje a Europa llegó la noticia de que mi mujer ya no iba a trabajar hasta el 29 de junio, fin del año escolar, y por tanto no nos íbamos a radicar en Madrid o en una ciudad mediterránea en octubre, pues simplemente le fue negada la pensión. Esto no sólo significaba anular la carta de renuncia a su trabajo, sino revisar el proceso de la pensión que ahora era una incertidumbre. Además, debíamos irnos del apartamento en el que habíamos vivido durante los últimos 6 años y medio y tampoco teníamos muy claro para dónde ir. En resumidas cuentas, 1. Nuestro apartamento estaba a medio recoger y debíamos deshacerlos del 80% de todo lo que teníamos, 2. Volvimos de España a principios de junio y teníamos que entregar el apartamento el 15 de julio, 3. No teníamos a dónde ir pues toda la programación se había ido al demonio, 4. Teníamos que encontrar una mini bodega para almacenar ese ‘20%’ de lo que íbamos a conservar, 5. Mi mujer tenía que atender lo de la sucesión física, legal y moral de su madre, 6. La conclusión a nuestro regreso de España, que fuimos a ver con ojos de migrantes y no de turistas, es que tampoco podíamos vivir allí.

Unos días después del regreso del viaje un día vi muy decaída a mi mujer porque todo estaba estancado, y le dije que por qué no íbamos a Medellín. No puedo describir cómo se iluminó su rostro, y a lo mejor no entendió que yo lo proponía por uno o dos meses, no más, y luego regresar. Ella entendió que yo hablaba de radicarnos allá, y se puso feliz. Verla así, me hizo callar y observar. 

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